Valladolid: nuestra última ciudad colonial mexicana y noche buena


Blog México parte 31

Llegamos a Valladolid, la última ciudad colonial y con historia que visitamos en México. Ya estábamos cerca de la “Rivera Maya”, sector del caribe mexicano bastante cancunizado y recientemente desarrollado. Otra vez disfrutamos de la gastronomía yucateca y unos espectaculares helados franceses mientras dejamos el Camper a media cuadra de la plaza principal, en un estacionamiento gratuito y con custodia policial. Entramos al museo San Roque, donde aprendimos sobre la “Guerra de las Castas”, acontecimiento que sucedió alrededor de 1850 y se extendió por casi cincuenta años. Resulta que un grupo armado de mayas se rebeló frente a las condiciones precarias en las que vivían, matando a familias españolas de Valladolid. El terror se apoderó de la zona, los blancos huyeron hasta Mérida ante la ofensiva indígena pidiendo ayuda al gobierno mexicano central que tomó medidas, reincorporándose finalmente la península de Yucatán a la nación mexicana. Algo llamativo fue que cuando los mayas tenían ventaja, decidieron replegarse y regresar a sus tierras para cultivar maíz, según su calendario indicaba.

Las últimas noches en esta ciudad estacionamos junto al Ex Convento San Bernardino de Siena, que se terminó de construir en 1560. Aquí es donde comenzó el proceso de conversión de los mayas al catolicismo. Su fachada exterior es impresionante, y su interior puede ser visitado durante el día abonando su ingreso. A las 21:00 horas se lleva a cabo un show de iluminación sobre el convento que vale la pena presenciar (dura aproximadamente 20 minutos en español, y luego se repite en inglés).

En Valladolid hicimos algo de tiempo mientras esperábamos a nuestros amigos Marysol y Marcelo que vendrían a visitarnos para año nuevo por la zona de Cancún. Aprovechamos la cercanía de más cenotes: esta vez fue el turno del combo Samulá y X-Keken, cuyo ingreso podía incluir almuerzo típico regional al cual no nos opusimos y menos mal que no lo hicimos!

Muy divertido jugar con el efecto de luz.

Iba a ser nuestra primera navidad lejos de la familia, y fue entonces cuando la distancia se sintió con mayor profundidad. Y con las fiestas nos cayó la ficha de que se estaba por cumplir un año de nuestra partida. No sabíamos dónde pasaríamos noche buena ni con quién, pero finalmente decidimos hacer turismo e irnos a Rio Lagarto, pueblo yucateco aislado del cual parten excursiones en lancha hacia “Las Coloradas”. Ni bien llegamos conocimos una pareja yanqui-española que estaba viajando en auto por un mes. Nos instalamos en un camping informal junto al río y al rato apareció una familia overlander de franceses, con los que compartiríamos la excursión por la mañana siguiente. Así fue como el 24 de diciembre, en vez de estar preparando comida o corriendo a comprar regalos de último momento, tomamos una lancha que nos llevó a unas lagunas de color levemente rosadas (en otra época del año el color se intensifica), llenas de flamencos, haciéndonos un baño maya con arcilla azufrada, para luego enjuagarnos en un ojo de agua salada cercano a otro con cocodrilos. Al anochecer nos pusimos a cocinar ñoquis de papa caseros y mousse de chocolate, que al rato estaríamos compartiendo con la familia y una pareja más de viajeros franceses que se sumaron. La madre cocinó unos creps salados y dulces deliciosos! Cerramos la noche con agradable compañía, en una palapa junto al río, hablando en inglés, y como si fuera poco: con piñata mexicana para que las niñas rompieran a palazos con los ojos vendados.

Flamencos a la vista!
Laguna “Las coloradas”, aunque a nosotros nos toco medio morado!

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