Llegamos a la ciudad a la hora de la “cena” (a las 5 pm), por lo que fuimos invitados a un restaurante italiano por nuestro anfitrión “El Polaco”, amigo de la secundaria del padre de Martín, en cuya casa nos hospedaríamos los siguientes días. Curiosamente, sin ponernos de acuerdo, los dos pedimos platos cocinados al horno, que tanto extrañábamos, ya que en el camper prescindimos de éste.
Tuvimos la suerte de que al día siguiente era 4 de Julio, día de la Independencia en USA, por lo que nuestro anfitrión estaba libre y se convirtió también en nuestro guía turístico por la ciudad. Tomamos el auto y nos dirigimos al Twin Peaks dónde se suponía que veríamos la ciudad desde las alturas, pero la famosa niebla de San Francisco nos lo impidió. Luego tuvimos un pantallazo de lo que es el barrio Castro (barrio Gay) cuyos múltiples colores contrastaban con el día gris, el barrio Hippie con su look bohemio y sus murales callejeros, hasta llegar al downtown donde estacionamos el auto para continuar a pie, con un cielo sorpresivamente despejado. Visitamos la Union Square rodeada de hoteles de lujo y desde allí vimos pasar el histórico tranvía desbordado de turistas. Nos sumergimos en el barrio chino (el más importante fuera de China) donde impresiona su arquitectura. Éste no es solamente una aglomeración de tiendas y restaurantes como sí lo es el barrio italiano que visitamos a continuación, sino que hay una comunidad conviviendo, jugando a las cartas en la plaza, mujeres meditando, niños tocando instrumentos conjuntamente.
Se hizo la hora de almorzar así que el Fishermans Wharf Market estaba esperándonos. Aparte de las rabas y la sopa de almejas, pudimos probar el sándwich de cangrejo que estaba riquísimo. Con las energías recargadas caminamos al emblemático Pier 39, antiguo muelle convertido en paseo marítimo, lleno de tiendas y restaurantes. Además, al ser Independence Day; la calle era una fiesta; sonaba música en vivo, shows por doquier, banderas flameando, y había tanta gente que era necesario estar atentos para no tropezarse con nadie. Volviendo hacia el auto pasamos por el distrito financiero y luego manejamos por la famosa calle zigzagueante decorada con canteros llenos de flores.
En nuestro último día en San Francisco, comenzamos con el pie izquierdo, o mejor dicho con un pie menos. El asunto fue que cuando quisimos arrancar la camioneta para dirigirnos a nuestro primer destino, impactamos un poste de luz con la pata derecha trasera del camper, quedando ésta salida de su lugar. Como no pudimos atornillarla decidimos sacarla por completo para no perderla en el camino, y solucionar este problema en otro momento.
Con gran calentura y con tres patas, continuamos yendo al Palace of Fine Arts, ubicado en un barrio residencial muy pintoresco a pocos metros de la arteria principal que te lleva al Golden Gate, el cual fue nuestro siguiente destino. Pudimos cruzar el imponente puente sin niebla, por lo que aprovechamos a sacar fotos en un mirador. Fuimos a almorzar a Sausalito, pueblo costero del otro lado del puente, que ofrece gran oferta gastronómica, tiendas y una vista panorámica de la ciudad de San Francisco. Dejamos este pueblo para retornar a la gran ciudad y dirigirnos a Alamo Square para admirar las painted ladies, las cuatro casas alineadas de estilo victoriano más famosas. Caminamos por los alrededores, donde predominaba este estilo de casas de las cuales es imposible no enamorarse y sacar miles de fotos!
Dejamos San Francisco, una ciudad única y progresista en la que conviven múltiples culturas pacíficamente, con transporte público silencioso y ecológico, cuya neblina durante el día y noches frescas hacen que el verano sea más llevadero. Dejamos una ciudad en la que está bien visto ser lo que uno es, permitiendo a sus habitantes ser libres como en pocos lugares se puede ser.