Esta ciudad ha crecido en popularidad y habitantes en los últimos años. Cuna del movimiento Hípster (Martín se dejó crecer la barba durante esos días para estar “a la moda”), no tiene muchos íconos fotografiables. Es famosa por su parque Washington, ubicado en una colina en e—–l medio de la ciudad. Sus principales atracciones son el Jardín Japonés y el impactante rosedal, que por su variedad y tamaño de rosas, sí vale la pena visitarlo. Antes de recorrer el centro en auto nos dimos una vuelta por el monumento al Holocausto, que sin ser exuberante está muy bien explicado y te llega al corazón.
Terminamos el día en la zona de Pearl District, llena de cervecerías artesanales. Decidimos ir a 10 Barrels y cuando ya los dos habíamos decidido cual pedir, la cajera nos pidió los pasaportes explicándonos que en Oregón son muy estrictos con los asuntos legales. Indignados nos fuimos a buscarlos al camper que estaba como a cinco cuadras. La persistencia tuvo su recompensa: por haber vuelto con los pasaportes nos regalaron el sampler, 10 vasitos con los diferentes tipos cervezas que tiene el lugar.
Al día siguiente aprovechamos para ir a un lavadero, y mientras esperábamos a que la ropa estuviese lista, decidimos quedarnos en Portland un día más. Esta vez fuimos a caminar por el Old Town, en el que nos sorprendió enormemente la cantidad de Homeless acampando, deambulando, pidiendo limosna. Además, la mayoría de ellos están trastornados, hablan a los gritos con personas invisibles, se ríen entre ellos a carcajadas, y se juntan en grupos en las plazas creando un espectáculo que sin dejar de ser chistoso, para uno que lo ve de afuera entristece, ya que es un reflejo del efecto del consumo de drogas durante muchos años. Esta zona bordea al río, donde hay todo un paseo peatonal que incluye una plaza que recuerda a la comunidad japonesa que fue expropiada, evacuada y aislada en una especie de campo de concentración durante el conflicto con Japón en la segunda guerra mundial. En el país de la libertad!!!
Luego de un almuerzo tardío, nos dirigimos a la importante y conocida librería Powell´s, que ocupa toda una manzana y tiene 3 pisos. Allí pasamos bastante rato y compramos algunos libros (ahora que Luli se recibió quiere leer todo lo que no pudo antes!).
Caminando un poco más, nuevamente presenciamos un desfile de gente con atuendos y looks fuera de lo común. Terminamos el día otra vez con samplers de cervezas en Rogue Destillary con papas de por medio, seguido de unos cocktails y finalmente una hamburguesa en Tilt, lugar al que desde el día anterior Martín tenía ganas de entrar.