Llegamos a Page por la noche, teniendo reservada una excursión al Antelope Canyon para la mañana siguiente (destino muy demandando en esta época del año). Nos despertamos desesperanzados viendo que el cielo estaba bastante nublado, siendo este clima poco óptimo para aprovechar el efecto del sol en el cañón. Por suerte se suspendieron los tours por lluvia reagendando nuestro turno para el día siguiente y dándonos un día de descanso que no vino nada mal: aprovechamos para lavar ropa e informarnos sobre atracciones de la zona. Resulta que a 5 minutos de donde estábamos se encontraba la fantástica “Herradura de caballo”, nombre que se le da a este segmento del Río Colorado que tiene justamente esa forma. Se había despejado un poco asique fuimos a ver el atardecer. La vista no puede ser más linda. Al día siguiente arrancamos con el tour del Antelope Canyon. Entre que era época de vacaciones y que encima el día anterior se habían cancelado los tours, la cantidad de gente era abismal! Hubo que hacer mucha fila bajo el sol, y ya dentro del cañón los indios propietarios de estas tierras te iban apurando cual ganado. Pero este sitio es un asombroso, no solo por las formas que se fueron creando por la erosión del agua y viento, sino por la luz que entra al cañón creando un juego de colores que con la cámara se ve aún más espectacular que en la realidad. Es el lugar en el mundo de todo fotógrafo! Pasamos una hora, que es lo que se tarda en cruzar todo el cañón, sacando fotos como locos intentando encontrar distintos colores, como si estuviésemos capturando pokemones en el Pokemon Go.
Habíamos leído en un blog sobre unas playas rocosas a la orilla de unas aguas cristalinas dentro del Lago Powell. Éstas se encontraban muy cerca del Antelope Canyon, asique no dudamos en ir para allá. No podíamos creer donde estábamos, y sobre todo: no había casi gente! Apenas diez turistas distribuidos en las mini bahías del lugar. Teníamos un lugar paradisíaco todo para nosotros. La temperatura del lago era refrescante sin ser fría, aprovechando para nadar un rato.
Ya para la hora del almuerzo volvimos a la ciudad donde Martín pudo disfrutar de un BBQ texano (diferentes cortes de carne y cerdo especiados y cocinados por largo tiempo a la leña).
Y para finalizar el día: volvimos a la Herradura de Caballo ya que habíamos leído que dependiendo del momento del día la belleza del lugar iba cambiando acorde a la luz. Esta vez era más temprano que el día anterior y personalmente nos gustó más.
Estas cuatro actividades hicieron que fuera un día completísimo y uno de los más recordados del viaje. Conocer tantos lugares mágicos te dan más ganas de seguir conociendo. Viajar es definitivamente un camino de ida.