Es importante destacar que es la primera vez en el viaje que vamos para el SUR!!! Dirección a Argentina! Llegamos a Mount Rainier alrededor de la 7 pm porque de nuestra ubicación anterior hasta allí había como 5 horas de manejo, pero además en el camino nos cruzamos con mucha civilización tentadora y una de nuestras debilidades: la pizza de Costco. Este mayorista que conocemos desde la costa este es famoso por sus precios y variedad de productos, a los cuales no tenemos acceso porque no somos socios, pero sí nos permite pasar a su patio de comidas y disfrutar de su pizza barata, grasosa y de bordes altos (la de pepperoni es la debilidad y excepción de Luli, la “vegetariana”). También aprovechamos para recorrer algunas tiendas departamentales típicas: por un lado Luli pasó por tiendas de ropa para comprarse algunas remeras de cuello alto que le taparan la quemadura para que no sea expuesta al sol; también pasamos por la gran ferretería Home Depot, ya que ahí siempre hay cosas que el camper está necesitando.
Volviendo a Mount Rainier, pasamos la noche a metros del parque en lo que sería un camping estatal donde se paga la estadía a voluntad. Estábamos medio perdidos, pero nos recibió un señor que estaba parando ahí, de edad avanzada, nada tonto ya que su motorhome tenía la mejor vista del camping. Nos explicó como estaba distribuido el lugar y donde era mejor quedarse. No paraba de hablarnos de su vida, de como se había retirado del ejército, que era viudo hacía 15 años, y pese a sus 86 años de edad, continuaba acampando en este tipo de lugares. Una vez asentados en uno de los lotes, mientras estábamos haciendo un fueguito con piñas y ramas de la zona, se nos acercó en bicicleta otro señor que también estaba solo. Se nos puso a charlar y a chusmear sobre los vecinos del camping y al final nos brindó agua, ya que andábamos medio cortos. Lo invitamos a comer con nosotros, pero como de costumbre: ya había cenado y era la hora de acostarse (horario yanqui al cual nunca logramos adaptarnos).
Al día siguiente hicimos varios trekkings cortos que conducían a diferentes cascadas y arroyos, bosques ancestrales, puentes colgantes. Pero la frutilla del postre fue el monte Rainier propiamente dicho que se lo puede ver de distintos ángulos. Uno es luego de una resbaladiza caminata sobre la nieve la cual fue muy divertida. Había muchos otros senderos todavía cerrados por el exceso de nieve y toda otra área también cerrada. Al final del día tuvimos la suerte de ver el pico del monte nevado despejado, y así seguir la ruta hacia Portland con una imagen soñada.