Lassen National Park (California)


Luego de seis horas de curva y contra curva interminables (hasta salió volando una botella de vidrio de frapuccino que teníamos dentro del camper, y se volcó por todos lados), llegamos al Lassen cruzando una zona semidesértica. Habíamos leído que no estaba 100% abierto por las nevadas récord que tuvieron este año, así que no sabíamos cuánto tiempo nos llevaría recorrer el parque.

Fuimos al visitor center donde nos alentaron a hacer un trekking a un volcán cónico, pero previamente fuimos a una zona llamada “área desbastada” a pocos minutos de donde el volcán erupcionó arrasando con toda la vegetación y fauna. Pero al llegar vimos un terreno ya revivido naturalmente con árboles y arbustos. Lo único interesante fueron unas rocas enormes trasladadas durante la erupción unos cientos de metros.

Almorzamos junto a un lago cristalino unos roll de salmón ahumado con philadelphia y palta (menú riquísimo que nos ha salvado muchas veces). Ya a la tarde nos fuimos al mencionado volcán que llamativamente se llega a su estacionamiento por un camino de ripio bastante llena de pozos, algo raro siendo Parque Nacional en USA. Ni bien estacionamos, escuchamos una alarma dentro del camper. Algo pasaba con sus baterías. Ya nos imaginábamos lo peor: que los paneles solares no funcionaban más, que se salió un cable del techo, que las baterías se descargaron por completo, que se rompió el equipamiento eléctrico. A punto del colapso, Luli vió que el cable que une ambas baterías estaba suelto, probablemente por el movimiento del camper durante el ripio. Lo volvimos a conectar y asunto solucionado.

Ya más relajados, empezamos el trekking de tres horas ida y vuelta que incluía escalar hasta la cima del volcán para poder observar su cráter escondido y las dunas “pintadas” sólo posible desde cierta altura. El esfuerzo de caminar cuesta arriba sobre arenilla volcánica bajo el sol valió la pena y mucho. Llegar a la cima da una inmensa satisfacción ya que no todos los días uno escala un volcán. Y como si fuera poco, la vista es impresionante: por ratos te hace sentir en otro planeta. Hacia adentro, el cráter en sí es muy profundo y amplio. Hacia afuera se ve al fondo otro volcán (éste nevado) pero lo más impactante es la vista a las dunas pintadas, provocada por diferentes minerales dando un espectáculo inusual. Colores rojizos, anaranjados, amarillos y grisáceos. Ya la vuelta fue más llevadera al ser en bajada.

Ya sin mucho más por recorrer nos dirigimos rumbo al sur para acercarnos a nuestro próximo destino Yosemite, otro de los platos fuertes de USA.


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