Blog Costa Rica parte 3
Dicen que no hay dos sin tres, y fue así como manejando hacia un camping junto al Lago Arenal pinchamos rueda. Por tercera vez en menos de un mes! Sin duda nuestras ruedas estaban pidiendo a gritos un cambio luego de tantos kilómetros recorridos. Por suerte nuestros amigos de Slowcarfasthouse estaban cerca, y cuando les contamos del inconveniente, no tardaron en venir a darnos una mano. Mike y Geneva al rescate, con su gato super resistente! Luego continuamos los cuatro hacia el destino anteriormente mencionado previa recompensa a los auxiliadores: almuerzo en un restaurant alemán.
Estacionamos los Campers frente al pacífico lago que nos invitaba a relajarnos. Nuestros amigos nos prestaron su tabla inflable de paddle, pudiendo practicar esta entretenida y tranquila actividad acuática por primera vez. Para nuestra sorpresa, el equilibrio no nos traicionó y no sufrimos ninguna caída ridícula. Más tarde conocimos a la familia argentina de “Creciendo en el camino”, que viajan con su hijo de 3 años vendiendo alfajores caseros y otras delicias de nuestro querido país. Compartimos una agradable charla acompañados de unos “tererés”. Sin duda de los campings libres y gratuitos más lindos de nuestro viaje. Consta de linda arboleda, al lado del lago arenal con amplias vistas y lo más importante: ramas sueltas para prender un fuego.
Continuamos viaje hacia Monteverde junto a Mike y Geneva, y al llegar decidimos visitar el Ranario, cuya entrada te permite ingresar dos veces: una durante el día y otra por la noche, para poder ver a las diferentes ranas que están activas en cada turno. Debemos aceptar que al principio nos costó mucho encontrar a las ranas que, además de estar un poco escondidas, la mayoría tiene un tamaño no mayor a tres centímetros. Muchas de ellas venenosas, pero tan lindas y coloridas! Disfrutamos del tour nocturno guiado, muy didáctico y entretenido.
Para el día siguiente habíamos contratado la excursión de Canopy con 100% Aventura. Consistía en un recorrido de tirolesas para poder apreciar la belleza del húmedo y nuboso bosque desde otra perspectiva, y tuvimos la suerte de que aquel día el cielo estuvo bastante despejado. Uno se siente tan pequeño y grande a la vez al “volar” ante la verde inmensidad del paisaje! La adrenalina es tu fiel amiga que no te abandona en ningún momento de los 2km de cables ida y otro de vuelta en el modo “superman”, y mucho menos al final de la excursión, cuando te dan la posibilidad de tirarte como Tarzán. Como Tarzán? Exactamente, agarrado de una soga hay que saltar al vacío 43 metros, aguantar los tres segundos más largos de tu vida con caída libre, para recién luego comenzar a disfrutar del péndulo que te lleva de un lado al otro. Terminamos esta aventura pudiendo sentir la energía correr por nuestras venas, y con una sonrisa en la cara. Fue satisfactorio haberle ganado al miedo y realmente nos divertimos.
Para despedirnos de Monteverde fuimos a visitar al enorme e interesante árbol matapalo, cuyo tronco es hueco y tiene forma de escalera natural, permitiéndote subir hasta su copa y disfrutar de la vista. El comienzo del ascenso es fácil, pero a medida que vas subiendo el tronco se va achichando y créannos que, aunque haya ventilación, no es apto para claustrofóbicos. Además, uno va tomando conciencia de la altura y, a diferencia de los parques pagos, aquí no hay soga de seguridad. Puede que hayamos saltado como Tarzán, pero la subida y bajada a este árbol la padecimos por completo. Nos pareció un bellísimo árbol para apreciar su extraña forma, aunque sea solo desde el piso…
Nos despedimos de la naturaleza solo por unos días, para visitar en San José, a un amigo de la hermana de Martín: Pablo, Ana y sus hijos nos recibieron muy bien y nos llevaron a pasear por distintos sectores de la no muy turística ciudad. El mercado central (almuerzo de arroz con mariscos mediante), el mercado agrícola de los sábados, el parque “Sabana” y recorrer el centro, nos dio una buena impresión de la correcta capital. Además de compartir un agradable tiempo “en familia”, nos permitieron disfrutar de las comodidades que tiene una casa normal y que cada tanto nos vienen bien (nuestras sabanas y toallas volvieron a ser blancas!).
Y no tardamos en regresar a la naturaleza, ya que en este país es difícil escapar de ella. Ahora era el turno del Parque Nacional Manuel Antonio. En las tres horas de camino desde San Jose, se pasa por un lindo camino muy verdoso y hasta por un puente que tiene cocodrilos en el río!
Para ingresar al parque, nos despertamos muy temprano para aprovecharlo al maximo temiendo arrepentirnos de no haber contratado guía. Sin embargo, ese temor no tardó en desaparecer, ya que era imposible no toparse con miles de animales que se cruzaban ante nuestro andar. Había que estar atentos a no pisar ninguna iguana, lagartija o cangrejo rojo. Pudimos ver desde lejos dos perezosos dormitando en los troncos de los árboles (esperamos poderlos ver más de cerca en la costa caribeña), y también una larga serpiente verde enroscándose en un tronco. Pero todos los premios se los llevaron los monos y los mapaches: ambos animales se acercaban amistosamente a los turistas con el fin de manotear mochilas, bolsas o lo que esté a su alcance, con la esperanza de que sea comida. Presenciamos varios de estos “robos” y no pudimos evitar reírnos ante las circunstancias. A los monos, que nos vienen acompañando desde México, nunca los tuvimos tan cerca como aquí: se acercaban hasta llegar a tocarnos las zapatillas en varias ocasiones. En esos momentos uno cae en cuenta de las afiladas garras y dientes que tienen estos animalitos, no pudiendo evitar dar unos pasos hacia atrás. En una oportunidad, los “amigables” monos interpretaron algún movimiento de turista como posible ataque, y saltaron a la defensiva. Siendo nosotros minoría, decidimos retirarnos para que se relajaran.
Los senderos del parque son cortos, pudiéndose realizar todos en el mismo día, y la mezcla entre selva y playa es lo que hace a este lugar tan especial. Si bien es mucha la gente que visita Manuel Antonio, la mayoría se queda en la playa principal, por lo que los senderos y playas más alejadas no son multitudinarias.
Como bonus track: vimos un insecto de los más bonitos en uno de los miradores, mientras comíamos una manzana. En pocos segundos, apareció una iguana reclamando desesperadamente nuestra fruta. No se puede comer tranquilo en este parque!
One response to “Costa Rica: aventura en el bosque y zoológico natural en la playa”
Las ranas, monos y mapaches son adorables… el árbol matapalo es reinteresante aunque nunca me hubiera animado a subir hasta su copa por el vértigo… y menos aún me hubiera tirado a lo Tarzán… NI LOCA!!!