Iniciamos el recorrido por la tan esperada e histórica ruta 1, que conecta San Francisco, Los Ángeles y San Diego. Nuestra primera parada fue Monterey (la ciudad del zorro!!!), donde se pueden ver algunas edificaciones de la época colonial española y una linda bahía. Decidimos hacer el recorrido de las 17 millas por una especie de country costero, canchas de golf y casas lujosas, al que se puede ingresar con un pago de 10 dólares. Terminamos en Carmel, un balneario de estilo europeo muy paquete, con casas y restaurantes de muy buen gusto. Luego de todo ese glamour, seguimos manejando 2 horas hacia el próximo Walmart, abandonando la ruta 1, ya que el trayecto turístico llamado Big Sur se encontraba cerrado por recientes derrumbes.
Ya al día siguiente visitamos la misión de San Luis de Obispo, establecimiento en el cual los sacerdotes evangelizaban a la población local. Veríamos más de estas misiones camino a San Diego ya que esta ruta es lo que se llama el camino real. Pasamos a almorzar por Solvang, haciendo un cambio rotundo de arquitectura ya que éste es un pueblo danés. Es sorprendente encontrar este tipo de pueblo en California, con sus restaurantes, cafeterías y panaderías típicas.
Luego de probar Aebleskivler(como buñuelos con salsa de frambueza), manejamos a Santa Bárbara donde predomina la mezcla de estilo español y mexicano en toda su edificación. Tiene varios balnearios con las típicas palmeras californianas y se destacan la misión y el ayuntamiento. En éste último, en la parte de atrás había una pantalla gigante preparada en la que a la noche iban a pasar una película de James Bond. Estaba lleno de grupos de gente haciendo picnic que habían llevado sus sillas y manteles, jóvenes practicando acro-yoga, todo un ambiente relajado. Buscando donde pasar la noche, vimos que había un par de motorhomes en un estacionamiento que daba a la playa y decidimos parar junto a ellos. Después de una picadita con vino bajo la oscuridad de la playa, nos resultó extraño que los motorhomes se habían ido. A la mañana siguiente descubrimos el motivo cuando leímos un cartel al lado nuestro advirtiendo sobre el peligro de la marea alta.
Continuamos por la costera ruta 1 hasta Santa Mónica pasando previamente por Malibú, la afamada villa playera de gente millonaria, que siendo fin de semana estaba abarrotada de autos y surfistas. Ya en Santa Mónica pudimos disfrutar de unas horas en la playa, la cual nos trajo recuerdos de nuestra costa bonaerense, aunque el agua no es tan fría. Luego de algunos refrescantes chapuzones caminamos a la bohemia Venice, balneario con tatuadores, artistas callejeros, feria americana, personajes por doquier, skaters. Una aglomeración de toda la cultura californiana en su máxima expresión.
Como a unas quince cuadras estaba el famoso muelle con su parque de diversiones que sale en muchas películas, al cual no fuimos. Más adelante nos supimos que ahí termina la histórica ruta 66.