Blog México parte 8
Las siguientes dos semanas en Ciudad de México nos dedicamos a disfrutar de la gastronomía de la ciudad, hacer unos trámites en el consulado argentino, y sobre todas las cosas: a “descansar de ser turistas”, ya que las tres semanas que compartimos con la mamá de Luli nos dejaron de cama. Sin embargo, hay algunas actividades que hicimos que vale la pena mencionar.
Desde hacía tiempo que teníamos ganas de ir a un “Escape Room”. Nuestros anfitriones, Falcon y Ailén, no dudaron en aceptar nuestra propuesta. Para los que no conocen el juego, se trata de que te encierren en un cuarto temático y se tiene una hora para escapar de ahí, descubriendo pistas y resolviendo acertijos. La primera vez que fuimos la temática fue sobre narcotraficantes y la segunda vez sobre la Santa Inquisición, en la cual además de encerrarnos nos encadenaron a los cuatro con diferentes métodos de tortura. Muy recomendable!!!
Tuvimos la suerte de estar presentes para la exposición indígena en el Zócalo, la cual consistió en muchos puestitos de comidas típicas de distintos estados, artesanías, medicinas naturales, tejidos, etc. De más está decir que estábamos en nuestra salsa y nos probamos todo.
Disfrutamos yendo con Ailén y Falcon a ver una obra en un teatro, ubicado en el bonito barrio San Ángel. Y por supuesto, muchas salidas a comer. La gastronomía en la ciudad de México es muy variada tanto en especialidad como en precios.
Museo de la Memoria y Museo Diego Rivera: disfrutamos mucho de ambos. El primero está muy bien puesto y es super informativo, abarcando desde el Holocausto hasta dictaduras de varios países. El segundo museo es muy chico, cuya principal y casi única atracción, es el mural más famoso de Diego Rivera “Una tarde dominical en la Alameda”.
Hubo una noche en la que fuimos junto a Jorge, primo mexicano de Luli, y su esposa, a ver el show de Alma Sureña, grupo musical con un sentido del humor particular. También con ellos, fuimos a comer a un restaurante italiano (tanto extrañábamos las buenas pastas!), y a pasear por el coqueto barrio de Polanco.
En el consulado nos dijeron que podíamos conseguir productos argentinos en la confitería Corazón Contento. Luego de 8 meses ya extrañábamos nuestra panadería! Fuimos muy felices al pedirnos sándwiches de miga, medialunas rellenas de dulce de leche, todo de excelente calidad. Además, charlando con las dueñas argentinas nos sentimos un rato como en casa.
Era la noche del 7 de Septiembre. Ya acostados en la cama, Martín mensajeaba con su hermano mientras Luli leía un libro, cuando comenzamos a sentir que la cama se movía. Tardamos unos segundos en percatarnos de que no solo era la cama, todo a nuestro alrededor estaba temblando. Salimos de la habitación al mismo tiempo que Ailén y Falcon salieron de la suya, y nos pusimos todos debajo de los distintos marcos de las puertas, agarrándonos de las paredes por la intensidad del temblor. Apenas pudimos, bajamos corriendo cinco pisos por las escaleras para salir a la calle. Ya para ese momento todo estaba calmo, menos Martín que no paraba de temblar. Fue nuestro primer terremoto, el susto fue grande. Gracias a Dios, no nos pasó nada; al día siguiente nos enteraríamos que hubo daños y muertes en pequeños pueblos en Oaxaca donde se originó el sismo. Le agradecemos a la vida que el temblor nos haya tocado donde nos tocó y no donde nos podría haber tocado.