Blog de México parte 7
Sabemos que como a toda ciudad grande, hay gente que adora Ciudad de México como también hay gente que la aborrece. A nosotros nos encantó, y fue así como finalmente estuvimos tres semanas enteras en esta ciudad, sacándole jugo al máximo, y aprendiendo sobre la historia de este país.
Lo primero a mencionar, es que teniendo patente/placa de otro estado o país, es necesario sacar un permiso de circulación por internet (de un máximo de 15 días), imprimirlo y llevarlo contigo por si la policía te lo llega a pedir. Además, esta ciudad tiene restricción de circulación un día de la semana para vehículos según el último número de la patente. Recuerden que la ciudad y el estado de México son famosos por sus policías corruptos, en especial cuando se trata de placas de otro estado, imagínense con placas de Estados Unidos!
Apenas entramos al DF nos dirigimos a dejar el Camper en un estacionamiento abierto que nos había reservado Falcon, el amigo argentino de Martín y anfitrión nuestro junto a Ailén, su esposa mexicana. Ahí estacionamos el camper ya que era riesgoso dejarlo en la calle por tanto tiempo.
Se venían los últimos cuatro días acompañados de Estela, mama de Luli, que debía volverse a Buenos Aires. Por suerte Jorge, primo mexicano de Luli, nos puso a disposición un Uber para poder conocer más la ciudad. Esos días fueron super intensos.
Empezamos yendo a la Basílica de Guadalupe: nos sorprendió su moderna construcción, y las notas musicales que salían del potente órgano, que se te impregnaban en la piel. Luego fuimos para el imperdible Zócalo, plaza grande y cuadrada, rodeada de los edificios más antiguos de la ciudad, con su típico estilo mezcla español-mexicano. Es imposible no quedarse mirando detenidamente desde el centro cada uno de estos bellísimos edificios que te rodean. Además, como se acercaba el día de la Independencia mexicana, se encontraban decorados con adornos de los colores de su bandera, y no podía faltar un: “Viva México” gigante. Luego de caminar y perdernos por las calles de los alrededores, visitamos el Ministerio de Educación, en el cual pudimos apreciar tres pisos enteros de murales de Diego Rivera, cada piso con su respectiva temática. Desde ahí caminamos hasta el Colegio San Idefonso, en el que tuvimos la suerte de llegar a tiempo para una visita guiada, que como no había otros turistas, fue personalizada para nosotros tres. El guía fue excelente, no solo nos explicó la historia del colegio y de los murales, sino que nos situó muy bien en su contexto histórico, logrando despertar en los tres lo que Luli llama la “sed de curiosidad”. Algo importante para contar es el origen del arte muralista: se originó en una época en la que el índice de analfabetismo en México era alertante, y una de las medidas que se tomaron para educar a la población fue la de comenzar a pintar en edificios de gobierno distintas escenas de la historia del país: de esta forma, si no sabían leer, aprenderían observando. Pudimos ver pinturas de Orozco, Siqueiros, y el primer mural que pintó Diego Rivera mientras la pequeña Frida Kahlo lo observaba. Salimos fascinados de esta visita, y al caminar unas cuadras nos encontramos con una enorme zona llena de restos arqueológicos: el Templo Mayor. Un templo bajo tierra en el medio de la ciudad!!! Esto se debe a que los españoles construyeron sus iglesias y fundaron sus ciudades encima de los templos indígenas. Hoy en día los restos de este templo se siguen excavando de a poco.
Ya se estaba largando a llover cuando decidimos terminar el día en la turística Plaza Garibaldi, conocida por sus mariachis. Pero fue una visita frustrada ya que el frio y la lluvia habían espantado el cálido ambiente que caracteriza aquel lugar y los mariachis estaban refugiados bajo techo. Nos tomamos un reconfortante chocolate caliente en el mercado de al lado.
Al día siguiente arrancamos yendo al Palacio de Chapultepec, que actualmente es un museo de historia mexicana: extenso, detallado, pero muy bien explicado. Imperdible la bellísima arquitectura de este lugar, gran parte de estilo francés (ya que en él vivieron Maximiliano y Carlota, emperadores franceses en México). Esa misma tarde fuimos a recorrer el impactante Museo de Antropología, el cual requiere de 3 horas para ir sólo a las salas más importantes. Créanme que el palacio y el museo el mismo día no es la mejor idea, salís con la cabeza quemada de información. Ese miércoles aprovechamos para juntarnos a conocer a otros primos mexicanos de Luli (les dijimos que somos miles, no?): disfrutamos de un cálido almuerzo con Licha y su hija, y por la noche cenamos con Alfredo, su hermana y su hija.
El jueves por la mañana fuimos al Museo de Frida Kahlo, ubicado en el barrio de Coyoacán. Si bien sus pinturas más famosas no se encuentran en este museo, el simple hecho de estar en lo que fue su casa, ver dónde se sentaba a pintar, su cama con el espejo arriba, y todas sus pertenencias, no tiene nombre. Además, pudimos disfrutar de una exposición temporal de sus vestidos oaxaqueños. Luego nos fuimos a recorrer el pintoresco barrio, dónde almorzamos, recorrimos sus calles, comimos helado y visitamos su mercado. Y para finalizar la tarde fuimos a la Universidad UNAM, donde no solo disfrutamos del campus universitario, sino que posee unos murales inmensos hechos con mosaicos, y unas pinturas de Siqueiros. Aquella noche llegamos muertos al departamento, cuando de repente Luli se dio cuenta de que no tenía su celular! Intentando no desesperar, y con la esperanza de que esté en la heladería de aquella tarde, Luli y Estela regresaron a Coyoacán a las 9pm en pleno diluvio, pese a la poca fe de Martín. Sin embargo, al llegar a la heladería que seguía abierta, Luli consiguió recuperar su celular! Abrazó a las vendedoras de la felicidad que tenía.
Llegó el día de partida de Estela, pero aprovechamos la mañana para ir al Palacio de Bellas Artes, que debe ser la construcción más bonita y llamativa de la ciudad. Tomamos una visita guiada y entramos a una exposición temporal de Diego Rivera y Picasso. Y ya era la hora de ir al aeropuerto y despedirse de nuestra excelente compañera de viaje. Gracias por tanto cariño y tantos lindos recuerdos! Nos veremos pronto Estela! Nos veremos pronto mamá!