Previo a Texas, nuestro último Estado de USA antes de cruzar la frontera, nos desviamos un poco hacia el sur en búsqueda de nuestro último Parque Nacional. Esta caverna tiene la particularidad de ser inmensa y llena de “decoración”, como le llaman aquí. Resulta que durante millones de años se fueron filtrando gotas de agua que dejaron sedimentos. Cuando esta acumulación se forma desde el piso hacia arriba se llama estalagmitas, en cambio cuando se forma desde el techo de la caverna hacia abajo, se llama estalactitas. Cuando se juntan ambas acumulaciones se llama columna. Bueno, la cosa es que aquí hay para todos los gustos.

Para recorrer la cueva, se desciende lentamente casi dos kilómetros. Está muy bien iluminado con colores tenues lo cual hace más atractivo su visita. A medida que se va avanzando, se va sintiendo el clima seco y frío que hace que esta cueva se mantenga tan bien. Al llegar a lo que se denomina “The big room”, se puede observar una gran concentración de las diferentes formaciones ya nombradas.

Esta gigantesca gruta, llama la atención por la cantidad de formaciones y la inmensidad.de la caverna en sí. Muchas películas de ciencia ficción han sido filmadas aquí ya que parece un lugar de otro planeta.

Para el regreso a la superficie se toma un ascensor. Durante la espera, nos contaban los guardaparques que se solían apagar las luces de la cueva para que el visitante viva la experiencia de la oscuridad absoluta. Lástima que esto ya no lo hacen más.

En nuestro largo camino a Austin, ya en Texas nos llamó la atención que la mayoría de los vehículos eran grandes camionetas de origen nacional, fiel al patriotismo de este estado. Y también pudimos observar los famosos martillos petroleros, típicos de las postales texanas. Tan larga y solitaria fue esta ruta, que para pasar la noche tuvimos que estacionarnos a un costado de la ruta ya que no había pueblo alguno cerca.